1000 lágrimas.

- 1000 lágrimas, dijo.
Ok, no quiero vuelto, me las lloraré todas y cada una de ellas. 
-Es legítimo, respondió.
- Es lo único que puedo hacer.

La primera lágrima fue lenta
en ella rodaron los inicios como cual cinta de película que haya en su mente recordado
de esos romances europeos, poco comunes
encaprichados
con el principio confuso y dilatado
poco esperanzador.
La segunda lágrima abrió paso a un torrente desbordante,
la compuerta de una represa salada que en mi interior
resguardaba, quieta,
pronto toda su potencia desataba
en su cauce corrieron todas nuestras risas, los minutos sin tiempo y las inquietantes esperas
el roce frenético y el corazón que por la boca saldría sin preguntarme si quiera.
Dolorosa, como ella misma, me anticipó en su llegada
sus próximas aguas turbias, amargas
las que corrieron veloz por mis mejillas, sin embargo,
se sintieron livianas.
Porque nada duele mas que dejar ir la alegría.
Porque nada corre mas lento que la agonía, el rechazo, lo que se guardó
para no dejar escapar.
Lloré 999 lágrimas sin parar, la penúltima tecla del piano
el SI agudo de mi guitarra
el ultimo beso en la mejilla, mi aroma impregnado en su bufanda
dos manos sobre un cambio que por nuestra mente ni se esperaba.

Lloré casi todas las lágrimas.
Me quedó una.






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