La incógnita más variable.

Yo esperaba que resolviera la ecuación en cosa de un minuto, sin embargo se mantuvo firme y estático frente a la hoja. Hacía sonidos yo, para que se percatara de que el tiempo estaba en contra, sin embargo no logré ni que parpadeara. El silencio de la sala y los punteros del reloj haciendo tic-tac estaban volviendo  el instante monótono. Yo estaba comenzando a sudar helado en mis manos.
Faltando diez segundos para que se cumpliera el tiempo, él levanto finalmente su rostro de la hoja, impávidamente, y clavando sus afiladas pupilas en las mías se mantuvo.
-¿Qué esperas?- preguntó.
- A tí- respondí.
Me recorrió un frío de extremo a extremo al ver que mi respuesta no provocó nada en lo absoluto. Su mirada seguía robóticamente programada a proyectar un vacío en  mis ojos, lo que me cegaba de ver su intención. Miró hacia el cielo y se tomó la cabeza. Yo pensé que se había dado por vencido y que entregaría la hoja en blanco, pero no había soltado el lápiz aún.
- Tú sabes de que se trata el resultado de todo esto, ¿cierto?- exclamó
- Creo que sí, lo resolví en cosa de minutos- respondí.
Entre dientes susurraba cálculos incoherentes, y no pudiendo encontrar solución volteó sus pupilas a las mías y cayó al final del ejercicio.
Siempre lo he sabido. Las variables de esta ecuación eres tu y soy yo. No me cuadran porque el resultado no es igual a la suma de sus partes. Hablamos de dos variables diametralmente opuestas, que sumadas no determinan un valor preconcebido. Sin embargo, creo que lo último que espero como matemático que soy, es llegar al resultado exacto.
-¿Y cual es tu conclusión?-exclamé
Frente a mí descansa la incógnita que no tiene valor definido. Creo que valdrás simplemente lo que necesito para que me cuadre la ecuación, es más, creo que en toda igualdad cambiarás de valor con tal de darme el resultado exacto. Por ello, esta igualdad está presa de un sujeto invariable, misterioso, pero al final de todo siempre terminará cuadrando mi lógica.
- Ya es tiempo, entrega el ejercicio- le dije.
El profesor se había retirado fugazmente de la sala antes que se cumpliera la hora. Había dejado una nota en el escritorio que decía así:

"A" será todo lo que quieras. "A" podría robar las estrellas si fuera necesario con tal de cuadrarte. "A" no descansará hasta hacer de el misterio la igualdad que esperas. No deje ir su "A". Cariños.
























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