A Gold and Green Dream.

Habíamos salido temprano para aprovechar la tarde, la brisa cálida de los pocos tibios días de verano. Los abriles majestuosos se atravesaron de los rayos dorados de sol, y llegaban a nuestro rostro con una tenue contraluz.
El se estiró. 
Se echó sobre el pasto con sus brazos en la nuca. Inspiraba profundo queriendo seguramente inhalar todo el aire a naturaleza, día bonito, día de campo y día libre.Todos esos días huelen diferente, por eso el quería inhalarlos todo de una vez. Lo sé.
Y como somos diferentes, yo me recosté al revés, a su lado, pero de guatita. De chiquita que me gusta probar todo con mi guatita. Debe ser una extraño punto de sensibilidad a la temperatura, la comodidad y la tranquilidad. Solo así podía dormirme decía mamá.
Lo observaba yo, no había fronteras en esos cinco centímetros de distancia. Había silencio, pero una sensación grata y dulce en el ambiente.
El mantenía su mirada puesta en la copa de los abriles y yo sostenía el reflejo de ellos en sus ojos. Me preguntaba como era posible que fueran tan grandes los abriles y cabieran en esas pequeñas esferas brillantes. O el era mágico, o los abriles eran de otro planeta.
- ¿Por qué eres tan pequeño y grande a la vez?- pregunté.
Me escuchó, pero no dijo nada. Supuse que no había respuesta porque mi pregunta simplemente era innecesaria o simplemente es una pregunta sin respuesta.
Me angustió pensarlo, pues frente mío tenía un ser fenomenal que no podía descifrar. Mi lógica siempre me llevó a encontrar respuestas interesantes, pero el enigma recostado en el pasto me tenía consternada.
De pronto, me miró con extrema ternura, su mirada se había centrado en mí y acarició mi rostro y mi cabello. Luego se sentó. Yo estaba emocionada, pensé que me diría lo que pensaba escuchar, sin embargo hizo lo "diferente". Me pidió que me sentara entre sus piernas me pusiera de espaldas, que solo quería abrazarme. Un abrazo estilo aprisionamiento, mas profundo que todos los que he recibido. Puso su cabeza entre mi hombro y mi cuello, se reía entre sus dientes, y solo disfrutaba el momento.
Solo ahí entendí lo absurdo que era preguntármelo de la boca para afuera, porque era innecesario, me bastaba cultivar el asombro, la incertidumbre, la pregunta sin respuesta aquí dentro nada más. Dejar que Dios responda es lo mas acertado.
Me dió vuelta y se puso cariñoso, selló el misterio con un beso.

Category: 0 comentarios

0 comentarios:

Publicar un comentario